Entrevista con Mariano Galván recién llegado al campo base después de su épico intento a la cima del Manaslu
01/10/2016
Ha pasado tres noches al raso y otra más resguardado en una tienda vacía, sin nada que comer ni beber. Aún así, solamente las dificultades técnicas previas a la cima fueron capaces de convencer al montañero argentino de que tocaba darse la vuelta. Ahora descansa satisfecho en el campo base “con mucha hambre y mucha sed”.
Después de unos días de bastante preocupación sin saber nada de Mariano Galván, esta mañana se localizaba su figura desde el Campo Base, haciendo una travesía para enlazar con la vía normal. Tan sólo unas horas más tarde estaba de vuelta en el campo base, desde donde nos ha contado su experiencia.
Mariano ¿qué tal estás? ¿cómo te encuentras?
Aquí estoy, cansado, pero recuperándome ya, con una bebida y una buena charla. Estoy contento de haberle dado como un cumplido a la vía. Me han faltado 300 metros para completarla, pero lo más importante es, como se dice, estar aquí y poder contárselo al compañero.
Te separaste de Alberto con la esperanza de encontrar una tienda de otra expedición y poder tirar para arriba ¿la encontraste?
Sí, al día siguiente encontré una tienda de los japoneses, pero vacía. La comida que había eran puras algas y pescado, pero no podía cocinarlas ni derretir nada. Así que fueron casi cuatro días con lo que podía derretir con el cuerpo y no mucho más. Fueron cuatro días muy, muy duros, pero aprovechando el buen entrenamiento que uno tiene siempre, le pudimos dar batalla y llegue hasta 300 metros antes de la cima, pero ya las dificultades técnicas hacían imposibles escalar sólo, por lo menos para mi nivel. Así que hubo que pegar la retirada, como se dice en mi país.
“Cuando hacía mucho, mucho frío salía a escalar para ponerme en movimiento”
Entonces ¿cuántas noches has vivaqueado?
He pasado al raso la noche que me separé de Alberto, después una noche en la tienda y después otras dos al raso. Unas noches caminando, otras en el sitio, en alguna cueva de hielo que he tenido que hacer.
¿Y no has tenido ningún problema de congelaciones?
No, por suerte no hay congelaciones que lamentar, solamente mucha hambre y mucha sed. He tenido que calentarme un poco los dedos cuando he llegado, pero nada más. Cuando hacía mucho, mucho frío salía a escalar para ponerme en movimiento y así mitigar un poco el tema del frío.
Te veo que te has quedado casi, casi satisfecho de tu actividad…
Sí, la verdad es que dio como mucho enojo esto de que perdiéramos todo este equipo y todo ese trabajo que habíamos hecho con Alberto… me dio mucho enojo no poder seguir adelante y dije “Voy a ver a dónde podemos llegar”. El clima al principio nos jugó una mala pasada, estuvo nevando casi un día y medio, que fue lo que pude pasar dentro de la tienda de los japoneses y luego el clima fue bastante bueno, pero imagínate, un par de vivacs a más de siete mil metros es bastante, bastante frío.
“Hace un tiempo era lo que se hacía: las cuevas de nieve, sobrevivir… Yo lo extraño un poquito”
¿Qué le quieres decir a la gente que ha estado pendiente de ti?
Que se queden tranquilos, que se ve que todavía no me quieren más allá de los ocho mil metros, así que seguimos disfrutando acá de la buena compañía. Me imagino que habría mucha gente a la espera de noticias, pero esto es el montañismo. Por allí, ahora, suena raro, pero es lo que hace un tiempo era lo que se hacía: las cuevas de nieve, sobrevivir… Yo lo extraño un poquito, así que lo pongo en práctica a pesar de que sé que a mucha gente la pongo nerviosa.
Nota gentileza de “2x14x8000” (ver nota original)
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